La Iglesia fue, durante los casi diez siglos que duró la Edad Media, una de las organizaciones más poderosas de Europa. Sus miembros (si bien es cierto que algunos miembros del bajo clero disponían de poco más de lo necesario para vivir) conformaban una parte importante de la reducida clase privilegiada que oprimía al resto de la sociedad. Por aquel entonces, cualquier pregunta que pudiese hacerse el hombre (el porqué de los fenómenos naturales, el origen del universo o del ser humano, cuestiones de carácter existencial...) tenía su respuesta teológica. La religión daba explicación a todas esas cuestiones y el pueblo, analfabeto, creía todas las explicaciones.
Sin embargo, en el Renacimiento, cuando la cultura y el conocimiento comenzaron a extenderse y difundirse por todo el pueblo y la ignorancia y la incultura desaparecieron de entre unos pocos ciudadanos (sobre todo de entre la burguesía de las incipientes ciudades), algunas personas (pocas en comparación con el conjunto de la sociedad) comenzaron a plantearse la veracidad de esas explicaciones teológicas que durante tanto tiempo se habían considerado ciertas, y comenzaron a buscar otras explicaciones alternativas a las mismas cuestiones, pero basadas en la lógica y la razón. Así, la ciencia y la filosofía comenzaron a separarse de la fe y la religión.
Este fenómeno creció durante varios siglos, y una de sus fases de mayor apogeo fue sin duda la época de la Ilustración, durante la cual se produjo una importante revolución científica.
Hoy en día, la ciencia da explicación a cómo funcionan casi todas las cosas del universo, por qué funcionan así y cuál es el origen de las mismas. La religión, en cambio, a acabado dando explicación a preguntas existenciales para las que la ciencia no tiene respuesta: ¿cuál es el sentido de la vida? ¿qué hay después de la muerte?
De esta forma, hoy en día religión y ciencia no son incompatibles, sino complementarias, ya que responden a preguntas diferentes (no como antaño). De hecho, la Iglesia está de acuerdo con las ideas de la ciencia moderna y las acepta.
Por último, he de decir que, cuando uno ahonda en las profundidades de la ciencia, descubre que el universo (y la vida) es un sistema extremadamente complejo, preciso y perfecto; se asombra al pensar que algo tan complejo funcione de una forma tan precisa, y le cuesta creer que todo sea obra del azar y de la libre interacción entre unos cuantos elementos químicos.
(bueno: libre, libre, lo que es libre, no. Esas interacciones obedecen rigurosamente a las leyes de la química y, en última instancia, de la física. Del Universo. Pero ¿por qué esas leyes son las que son y no otras? ¿Hasta que punto estamos seguros de que esas leyes son estáticas? (es decir: ¿pueden variar con el tiempo?).
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