La Segunda Revolución Industrial tuvo lugar entre los años ochenta del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Se caracterizó por el descubrimiento de nuevas fuentes y formas de energía (como el petróleo y la electricidad) y la aparición de nuevas potencias industriales como Estados Unidos, Alemania y Japón. Se produjeron importantes avances en la industria siderúrgica y se desarrollaron las industrias eléctrica y química, inexistentes hasta ese momento. Proliferaron nuevos medios de transporte, como el automóvil, el avión o la locomotora eléctrica, y se produjeron notables avances en las comunicaciones, con invenciones como la radio y el teléfono.
Tras la grave crisis económica que asoló a Europa entre 1873 y 1898, el capitalismo se reinventó. Surgió así lo que se conoce como Gran Capitalismo: se generalizaron los procesos de concentración empresarial, formándose grandes compañías que monopolizaron los mercados; surgió la fabricación en serie, que abarataba mucho los costes de producción; y se generó una sociedad de consumo. Este Gran Capitalismo sería, como veremos más adelante, una de las causas del estallido de la Primera Guerra Mundial.
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